Comentario
La AEMU nació en 1920, con el nombre de Juventud Universitaria Femenina (JUF) y su primera presidenta fue María de Maeztu, que desarrolló una importante labor. En ese año había 345 mujeres estudiando en la Universidad, de las cuales 100 pertenecían a la AEMU (más del 30 %). María había creado también en 1915 la Residencia de Señoritas en Madrid, a instancias de la Junta de Ampliación de Estudios.
Tras su fundación, la JUF se integró de inmediato en la Federación Internacional de Mujeres Universitarias (FIMU), con sede en Londres. La presidenta asistió ya a la I Conferencia internacional, que tuvo lugar ese año en Londres y presentó un informe titulado "Educación Superior para Mujeres". En 1922 fue a la II Conferencia en París, y en ella María reconoció que la situación había empeorado.
En líneas generales hay que decir que los primeros años de la JUF son obra de María de Maeztu, que ha contribuido mucho a la incorporación de la mujer a la universidad
España había sido uno de los países fundadores de la FIMU y su designación para organizar en España en 1928 la XII Conferencia remató ocho años de intenso trabajo para facilitar a las mujeres el acceso a la educación superior y al mundo profesional (en ese año había ya 1681 universitarias en España). María era la vicepresidenta y Clara Campoamor la secretaria.
La Asociación defendía la plena incorporación de la mujer a los estudios universitarios, así como un cambio legislativo para suprimir discriminaciones frente al varón. Desde 1929 hasta 1936 la JUF vive unos años de mayor compromiso con los problemas políticos y sociales de las mujeres, sin abandonar los objetivos anteriores. Su incursión en terrenos no académicos se debe, por una parte, a la influencia de la nueva presidenta, Clara Campoamor, y por otro, a la situación del país.
La guerra civil interrumpió el proyecto, que renació en 1953 en Madrid como Asociación española de Mujeres Universitarias. Justina Ruiz de Conde, secretaria de Clara Campoamor, cohesionó el grupo de mujeres que formaría el primer núcleo de la Asociación, tras contactar con mujeres americanas y exiliadas españolas. Entre los 118 nombres de la lista de asociadas de 1955 están: Isabel García Lorca, Pilar Lago, Jimena Menéndez Pidal, Dolores Franco, María Teresa Bermejo -la primera presidenta- Mª Elena Gómez, Soledad Ortega, y otras muchas. Sus objetivos eran contribuir al desarrollo de la mujer universitaria y crear un clima de entendimiento y hermandad con las mujeres del mundo, pero también "introducir una cuña liberal en la España franquista". En palabras de Soledad Ortega: "No, no se puede decir que la Asociación tuviera una orientación feminista en sus inicios, desde el principio primó la ida de intentar hacer algo desde dentro". Son mujeres que tuvieron una educación liberal, del ámbito de la ILE, la Residencia de Señoritas y el Instituto Escuela.
De 1953 al 55 fueron años de cautela, para evitar enfrentamientos con el régimen, y de 1955 al 61 se produce una cierta apertura a la España liberal. En los años sesenta se promueve un foro de libertad de expresión, debido a las circunstancias políticas y sociales.
En la década de los setenta la Asociación se vio inmersa en la encrucijada feminista y vivió una fuerte crisis de identidad entre 1970/73, por influencia de las nuevas generaciones de mujeres y el ascenso de la izquierda. Natacha Seseña, desde la Presidencia, querrá abrir la Asociación a las jóvenes universitarias, y después Jimena Alonso (73/76) supondrá un cambio generacional claro y la evolución hacia el feminismo. Entre 1977/80 su realizan cambios de timón hacia una línea de concordia y actividades culturales de altura. Los años ochenta, entre la democracia y el socialismo, no permitirán que la Asociación consolide su labor cultural y social, y las dificultades económicas son importantes.
Durante su existencia, la AEMU realizó una amplia labor cultural, procurando difundir la tradición cultural liberal anterior y abrir un foro para los grandes debates posteriores a la guerra. Coloquios, homenajes (a Ortega y Gasset, a Antonio Machado, a León Felipe, a la ILE, a Américo Castro, etc.) y conferencias, sirvieron como tribuna cultural en el mundo intelectual de Madrid y ámbito de reflexión política, hasta su disolución en 1989.